Desde un
lejano país, en otro continente, con otro idioma y cultura, había llegado a la
ciudad de los reyes el príncipe Nauhn. El viaje había tomado horas hasta que
finalmente pudo llegar a la ciudad, el príncipe, quien solía estar siempre
cansado, esta vez lo estaba más de lo habitual, aunque sin perder su alegría y
espontaneidad.
Nauhn tenía
26 años, era alegre, le gustaba hacer muchas bromas, había aprendido a ser
practico en la vida y no complicarse con nada ni nadie, y también tenía algo
que lo caracterizaba, una sinceridad que podía ser una mezcla entre crueldad y
sarcasmo, la cual a veces podía herir.
Con el cambio
de ciudad el príncipe había decidido un nuevo comienzo, quería hacer cosas
diferentes a las que había hecho en el país que lo vio nacer, quería ser un
chico común y corriente, es así como empezó a buscar un trabajo “normal”, y
además empezó a estudiar una carrera nueva, así como cualquier otro residente
en la ciudad.