lunes, 23 de noviembre de 2015

Charlie Charlie

La falta de compromiso mezclada con inmadurez eran lo que mejor resumía a Charlie en palabras. Poseedor de un gran encanto, y una sonrisa que derretía a cualquiera, el joven de apenas 17 años podía tener a (casi) cualquier chico que desee, el problema es que él en realidad nunca sabía exactamente qué quería o necesitaba.

Cuando Charlie terminó la secundaria y fue a la universidad no hizo más que perfeccionar sus dotes de "galán" con cuanto chico podía, eso sí, uno solo a la vez, quizás algo de escrúpulos quedaban dentro de esa cabeza hueca y frío corazón.





Fue así como primero invitó a salir a uno de sus nuevos compañeros, y luego de una divertida noche de cine, fueron a un lugar más "privado". Es ahí, donde luego de unas horas de juegos y caricias , mientras estaban vistiéndose Charlie le dijo al muchacho "nunca me fijaría en ti, no eres como para estar en pareja". El joven disimuló el llanto, fingió hacerse el superado, para luego ir a llorar durante toda la noche en su casa. Primera víctima del año y de su nuevo territorio.

Pasadas unas semanas, nuestro protagonista sentía de nuevo el golpe da la soledad y el otoño limeño. Esta vez la víctima fue alguien mayor, un chico que ya casi estaba terminando la misma carrera que él, también en su facultad, Ignacio era su nombre. A Ignacio había que impresionarlo, estaba vez era un chico mayor, el primero en el historial de conquistas de Charlie, fue así que el "galán" sacó lo mejor de si mismo. Fue el más romántico de los románticos durante varias semanas.

Luego de una gran velada y con la vista frente al mar, en el auto de Ignacio, Charlie fue directo otra vez "Te veo solo como un amigo" le dijo , pero mientras lo decía ya había besado varias veces a Ignacio e incluso estaba, casi, encima de él.

En la cabeza de Charlie, ya había alguien más, mientras se seguía besando con Ignacio en su auto, el joven años mayor que él se preguntaba qué había hecho mal y se conformaba con unos minutos de compañía esa noche, para luego ser dejado, usado, y abandonado como otra víctima más de Charlie.

Ahora vez quien rondaba la mente de Charlie era el vecino nuevo en su edificio, un chico menor que él, de apenas 16 años. Con adolescente vecino, el juego duró algo más, pero pasado un mes, Charlie cayó en lo mismo, abandonar a quien lo quería, y fue así como de su boca salieron las dolorosas palabras "No significas nada para mi, no me sumas, tampoco me restas, es mejor dejarlo acá".

Y aunque los años pasaron, Charlie no cambió mucho, con 24 años seguía siendo el mismo de la sonrisa que derretía a varios, y también el mismo que se aburría rápido de todo y de todos. Si algo perfeccionó fue su crudeza, disfrazada de sinceridad con muy poco tacto.

Fue así como a sus siguientes víctimas les dijo desde "Me gusta alguien más, me cansas",  (luego de salir 3 meses) pasando por...  "La pasamos bien, pero hasta aquí nomás bebito, te deseo suerte" (fin de la conversación para siempre) y terminando con la mejor y quizás más cruel de todas "No me pones, no se me para, sorry", esa última frase dicha a un corazón ya lo bastante herido como para que Charlie lo termine de destruir y de paso derrumbar el autoestima de esa persona, todo en medio de un cuarto de hotel a media luz, en una madrugada de fin de semana.

Los años siguieron pasando, y esa mal llamada "sinceridad" llegó a la humillación, con 27 años Charlie era más egocéntrico que nunca, vivía solo, y tenia un buen empleo en la ciudad. Estaba convencido de que el problema, SIEMPRE, eran los demás y no él, aún cuando a su más reciente "bebé" lo llamó llorando, en una crisis de nervios, para pedirle que vaya a su dpto, solo para que una vez ahí, después de hacerlo esperar 40 minutos, le diga "Vete".

Ese último incidente generó un gran escándalo, había encontrado un chico que le hizo frente y le gritó sin importarle que todos los vecinos de ese exclusivo edificio donde Charlie vivía se enteren, y es que en todos esos años él nunca salió del closet, siempre vivió una doble vida, según él, para no perder su empleo ni su estatus frente a los demás abogados de Lima.

Fue así que ahora Charlie se cuidaba más que nunca, ningún chibolo pavo podía destruir su closet y hasta cayó en la paranoia.

Algunas veces, optaba por huir del drama o escena del crimen, para así evitar cualquier escándalo o posible confrontación. Lo hizo dos veces hasta ahora, una en una discoteca luego de decir "ya vengo, voy al baño" mientras buscaba rápidamente la salida y dejaba solo a su chico de turno en medio de la pista de baile y la siguiente vez, sería en un bar.

 "Ya me tengo que ir" dijo, y en verdad se fue, casi corriendo, dejando parado a su acompañante,  y sin si quiera darle tiempo para decirle adiós.

A estas alturas, más de uno se debe preguntar... qué clase de idiota es este? Ni Charlie lo sabe, él no se conoce, pese a su edad, nunca supo ser él mismo ante los demás. Creció siendo hijo único, necesitando siempre atención y que todos cumplieran sus caprichos. Es incapaz de comprometerse, quizás porque comprometerse sería aceptar eso que él aún quería negar, esa parte que guardó dentro de su closet y la cerró con llave, para nunca dejarla salir por completo.

Hoy Charlie está por ahí, dando vueltas en su auto, en busca de otra víctima que llene su vacío por unas horas o días.

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