Desde un
lejano país, en otro continente, con otro idioma y cultura, había llegado a la
ciudad de los reyes el príncipe Nauhn. El viaje había tomado horas hasta que
finalmente pudo llegar a la ciudad, el príncipe, quien solía estar siempre
cansado, esta vez lo estaba más de lo habitual, aunque sin perder su alegría y
espontaneidad.
Nauhn tenía
26 años, era alegre, le gustaba hacer muchas bromas, había aprendido a ser
practico en la vida y no complicarse con nada ni nadie, y también tenía algo
que lo caracterizaba, una sinceridad que podía ser una mezcla entre crueldad y
sarcasmo, la cual a veces podía herir.
Con el cambio
de ciudad el príncipe había decidido un nuevo comienzo, quería hacer cosas
diferentes a las que había hecho en el país que lo vio nacer, quería ser un
chico común y corriente, es así como empezó a buscar un trabajo “normal”, y
además empezó a estudiar una carrera nueva, así como cualquier otro residente
en la ciudad.
El primer día
de clases, el príncipe Nauhn lucía elegante como siempre, con una camisa, pantalón
y botines de una de las más exclusivas marcas y con acento que muchos
considerarían atractivo, pero que ese día, le llamó más la atención a una sola
persona, un chico que llegaba tarde, algo atolondrado al salón y que apenas vio
a Nauhn quedó prendido de él.
Es así como
el joven, llamado Ray, día a día miraba a Nauhn, sin quiera dirigirle el
saludo, sin saber cómo iniciar una conversación, Ray no podía dejar de sentirse
atraído por él, más aún cuando lo escuchaba hablar en clase y como compartía su
conocimiento en los pequeños debates que se formaban.
No fue hasta
1 mes después que Ray y Nauhn comenzaron a hablar a diario, aprovechando además
que ahora regresaban juntos por el camino a casa, ya que vivían cerca el uno
del otro.
Ray iba
conociendo más a Nauhn y cada día le recordaba más a alguien que de una
forma u otra lo marcó, un chico que era
algo cansado, dulce y la vez cruel, así como Nauhn. El tiempo pasaba y Ray cada
día sentía algo más fuerte por Nauhn.
Si algo o
mejor dicho comentario marcó a Ray ese sería el de un chico al que alguna vez
quiso mucho, durante la última conversación que tuvieron y donde le pusieron
fin a todo Ray tuvo que oír algo que no esperaba. “Tú no me sumas ni me restas,
no me afecta”. Si hay algo peor que restar, es el no existir, el no ser nada
para quien llegaste a querer mucho. Al escuchar esas palabras Ray bajó de
inmediato la mirada, observando el suelo por unos segundos y luego sonriendo,
intentando disimular, lo cual no funcionó. “Y ahora intentas disimular
sonriendo, sé que lo que dije no te gustó, pero qué se va a hacer, así es la
vida. Cada vez que digo algo que no te gusta miras unos segundos al piso y
luego sonríes”. Ray quedó helado luego de oír eso, que era verdad, la forma en
la que había sido analizado también le chocó, y nunca olvidó ese día, ni esa
charla que vale decir, pronto tendría un dejavú.
Parecía ser
un día más de clases, si no fuera por lo que ocurriría, esta vez Ray había
decidido sentarse junto a Nauhn, y es así como entre conversaciones, Nauhn le
revelaría que no tiene un mejor amigo o mejor dicho que casi no tenía amigos,
debido al poco tiempo que tenía en la ciudad, más sin embargo dijo no
preocuparle eso, ya que era alguien independiente emocionalmente. Al escuchar
esas palabras Ray recordó una vez más al chico que quiso mucho y se supone
debía olvidar.
Pero si lo
anterior no había sido suficiente, lo siguiente si lo sería, mientras
regresaban a casa, y en lo que parecía una amena charla entre amigos y bromas,
Ray le diría a Nauhn, “Creo que por eso no tienes amigos, por qué no eres más
dulce, tierno, amable?” y aunque todo parecía ser en tono de broma, lo
siguiente parecía no serlo. “Sí lo soy, créeme, pero solo con algunas personas,
una pequeña lista y tu no estás en ella, y tampoco creo que lo estés, y bueno
además no creo te importe estar en ella, no?”. Esos segundos mientras Nauhn
hablaba eran un golpe para alguien que estaba ilusionado, y más aún si daban en
una herida no sanada, Ray recordó a quien no debía recordar, por un segundo sus
ojos se querían llenar de lágrimas, pero lo pudo controlar, estuvo a punto de
mirar al piso, pero recordó las palabras “Tu siempre miras al suelo cuando digo
algo que no te gusta”, y evitó hacerlo, intentó actuar mejor está vez, y no
apartó su mirada de los ojos de Nauhn, para así responder con una sonrisa
forzada “No, no me importa”, aunque por dentro quería decirle “Sí, sí me
importa.” Nauhn cerró la incómoda charla diciendo “Lo ves? Tenía razón.” Aunque
Ray intentó cambiar de tema, por dentro estaba muy triste y pensativo, quería
preguntarle a Nauhn por qué dijo eso, Ray nuevamente se sentía idiota, al
querer a alguien a quien quizás de nuevo no le importaba en lo absoluto él,
nuevamente ser un “No me sumas ni me restas”. Esa noche Ray se fue a dormir
pensando en Nauhn, será que se anime a hablar con él? Será que podrá cambiar su
historia? Quién sabe…
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